Hermano árbol.
Tú
que creces dadivoso con tu sombra,
que
nos hablas con el aire entre tus hojas.
Y nos
recreas
con tu estética y tu natural belleza.
Dejándonos
contemplar
emocionados la grandeza
inabarcable
y generosa.
Paradigma
del paso del tiempo
de lo
efímero del ser que no perdura.
Guardián
de veredas y de bosques,
paciente
vigilante de las horas.
Que extiendes
tus ramas como manos,
convirtiéndote
en anfitrión de pajarillos.
Según
la ocasión
te
vistes de verdes galas,
te adornas de dorados regios,
coloridas flores
coloridas flores
o de pardos frutos.
Trasmites
sabia
reflexión al que camina.
Enseñanza
metafórica al que tropieza
con tu
base de cimientos enraizados,
cual tenaces dedos.
Eres
hermano,
pues la tierra es madre
que
te ve crecer como a buen hijo.
A diferencia
de nosotros mismos
tristes
y egoístas hombres.
Que
pasamos
corriendo desganados y con prisas.
corriendo desganados y con prisas.
Sin
valorar lo que tenemos,
sin confiar en la providencia de lo dado,
sin confiar en la providencia de lo dado,
siempre
desagradecidos.
Hermano
árbol.
Déjame abrazarte
Déjame abrazarte
y aprender de tu generosidad innata.
Enséñame
a respetarte
como familia que somos de usufructo.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Poesía presentada a la comunidad: Edpsique relatos multiformes.