lunes, 29 de junio de 2015

La ultima noche en Tremore Beach

La última noche en
Tremore Beach






De: Mikel Santiago











Se trata de la primera novela de este autor que entra con pié firme en el mundo de lo literario. Antes ya había escrito relatos, pero con este creo que se consagra como escritor de referencia.
Según sus propias palabras su forma narrativa se acerca a la de "Stephen King", "Patricia Highsmith" y "John Connolly" siendo sus primeras lecturas obras de "Alan Poe", "Arthur Conan Doyle" y "Enid Blyton".

La afición que existe por la novela policíaca y negra en estos últimos años, ha producido una demanda dentro del mundo editorial que amenaza con saturar el mercado con títulos y portadas muy sugerentes. Todo gira en torno a lo mismo: Asesinato, violencia, misterio y tensión, en un ambiente opresivo, oscuro y desconocido. Con lo cual los autores que se centran en este tipo de novelas lo tienen cada vez más difícil para destacar con sus obras, creando atmósferas, entornos y argumentos originales para desarrollar sus historias.  


En este caso "Mikel Santiago" lo ha conseguido con notabilidad. Solo hace falta leer las referencias positivas en cualquiera de los blogs que reseñan este libro en concreto, siendo por otro lado los blogs literarios los mejores referentes para elegir un libro tomarlo entre las manos, abrir sus páginas, e imbuirte en su contenido y darte cuenta que has acertado al hacer caso a la recomendación.


La historia es la de un compositor de bandas sonoras de películas y series que pasa una racha de falta de inspiración. Quizá originada por su reciente divorcio, o por la ansiedad que le produce el ritmo creativo tan exigente y el entorno estresante de la ciudad.


Decide pues retirarse a un lugar aparentemente idílico de las costas irlandesas. El sitio elegido es Clenburran, un pequeño pueblo con pocos habitantes, donde aparentemente nunca ocurre nada reseñable.





"Peter Harper" se aísla literalmente en una gran casa situada en Treemore Beach, donde traslada su piano para intentar en soledad encontrar a la musa inspiradora que vuelva a dar sentido a una vida un tanto descentrada.


" La inspiración es algo que viene del cielo como una revelación.Una melodía es algo que todo el mundo ve, pero que muy pocos atrapan."


Hace amistad con una curiosa pareja: "Leo Kogan" y "Marie Kogan" que viven en la única casa cercana a la que él ocupa y a partir de aquí entre visiones nocturnas y ensoñaciones más el resultado de la caída de un rayo en el trascurso de una tormenta muy aparatosa; empiezan a sucederse una serie de misteriosos sucesos que nos irán precipitando en lo que será una historia inquietante que nos abducirá por completo.


Y es que "Peter Harper" no destaca solo por su talento musical. también por algo que heredó de su madre y que permanece latente en su interior; una capacidad sensorial extraordinaria. Habrá momentos en las que este personaje nos dará un poquito de miedo transmitiéndonos cierta inquietud. Por otro lado se trata de un hombre correcto y educado en su concepción primigenia.


Al ser la forma narrativa en primera persona, nos investiremos con la propia personalidad, emociones, pensamientos y sentimientos de "Peter". Sus vivencias y preocupaciones diarias se harán nuestras y lo acompañaremos a lo largo de toda la novela, dando algún respingo que otro y sintiendo escalofríos de vez en vez. 

Junto a él también sentiremos la irresistible atracción por una joven escocesa de ojos azules, excepcional y llena de encanto llamada "Judie"

Puedo hablaros de una lectura que te va envolviendo poco a poco y de tal manera que os será dificultoso el dejarla aparcada. El libro lo terminareis seguro y os auguro que en menos de una semana. Por su ritmo trepidante y vertiginoso de montaña rusa, donde en ningún momento perderéis el hilo conductor de la historia. Muy al estilo del maestro del terror y suspense "Stephen King" del cual os dije el autor tiene como referente.


El lenguaje es correcto y actual, lo cual nos facilitará una lectura rápida y comprensible.

No abunda en descripciones de lugares, ni encontraremos un elenco desaforado de personajes; estos, los justos para crear un entorno dinámico donde tampoco los diálogos son imprescindibles y sí, adquieren más realce los propios pensamientos e intuiciones del protagonista.

A lo largo de toda la novela sentiremos que sobrevuela sobre nosotros la sospecha y la duda. Confirmaremos que hay secretos bien guardados que no se quieren revelar. Algo se nos oculta de manera pertinaz. Algo agazapado que nos pondrá sobre aviso y nos irá afianzando en la idea de que a veces la soledad no es recomendable y lugares idílicos como Tremore Beach no son los adecuados para encontrar nuestra inspiración. Incluso dudaremos sobre nuestra cordura y si no estaremos dando demasiada importancia a lo sobrenatural e intangible.


"Locura es vivir la vida como si nunca fuera a acabarse. Aprovéchala. Admítela. No la tengas miedo y ella te dará cuanto la pidas."


El final de la historia se irá cerrando de manera gradual y lógica, sin dejar lugar a preguntas sin respuestas. "Mikel santiago" a tejido una densa tela de araña en la que atrapar al lector descuidado hasta el punto y final.


Os aviso que ya está a la venta: -El mal camino- su segundo libro. Y por lo que voy leyendo en otros foros promete todo lo de este y a lo mejor un poco más.





miércoles, 24 de junio de 2015

La Concha y el mar

Mi aportación para el reto de:  #fraseletreando  






Hay por ahí un cantautor muy versado, por lo poético de sus letras que cantan al amor y al desamor, de sentimientos, de soledades y de esas pequeñas cosas. Enamorado del Mediterráneo y de una tal Lucía.

Desde niña uno de mis favoritos, y de esto hace nada, pues tengo 43 años de marras, dos hijos talluditos y un marido calvo. Esto no viene a cuento pero es lo que hay.

¡A lo que voy! Que toda la vida escuchando canciones de este señor y resulta, que una en particular la descubro recientemente gracias a una de esas comunidades blogueras literarias que proponen un reto para escritores; que consiste en incluir en un escrito una frase conocida de un autor o cantante como es el caso.

Me entró curiosidad y la busqué en Internet, panacea de buscadores. ¡Y la encontré!¡Y la escuché!¡Y aluciné con la letra!
Hilé fino con mis recuerdos animándome a escribiros mi historia.

Fue un verano de costa, de esos de playa, chiringuito y paellas al sol. Todo el día tostándome encima de una toalla con las gafas y el sombrero de paja propio de Guiris, untada de aceite como fritanga y rebozada de arena como croqueta.
¿Os hacéis a la idea?

Mi Mariano que es muy aventurero me propuso alquilar una piragua para dar una vuelta hasta el espigón, que no es una espiga muy gorda, si no las piedras enormes donde rompen las olas.

El caso es que nos embarcamos él y yo, que los chicos ya hacen vida propia; remando a todo remar para que la hora de alquiler nos cundiera y poder regresar sin coste añadido.
Todo iba bien con el ritmo, con la sincronización de los remos, con el equilibrio... Pero llegados al rompeolas divisamos en lo alto del mismo algo parecido a una estatua sedente de un buda tibetano. Según nos aproximábamos nos dimos cuenta tarde, que se trataba de un pescador. Lo que no vimos fue el sedal traicionero e invisible delante de nosotros.

Para no acabar sin cuello como la francesa Mª Antonieta, tuvimos que bascular nuestros cuerpos hacia estribor con el consiguiente vuelco de la embarcación y al menos la que esto escribe quedó cabeza abajo. Perdí los nervios y me puse a gritar y para ello a coger aire, algo del todo incompatible en el líquido elemento. Tragué agua cual sumidero de ducha y a partir de ese momento no recuerdo más que una luz al final de un túnel y la película de mi vida pasando ante mi rápidamente.
¡Qué digo yo!
Si no será la luz de un proyector en un cine de sesión continua y nosotros polillas atraídas por ella.

¡De repente! desperté de un sueño eterno echando agua por la boca como tritón de fuente ornamental; y delante de mí la cara sonriente de un muchacho guapiiiisimo con camiseta blanca y atractivo bronceado.
Hubiera querido pensar que estaba en el cielo, pero vi el bigote de mi marido que me apretujaba la mano, explicándome atropelladamente, como el socorrista me había salvado la vida utilizando el método habitual para estos casos; que consiste en insuflar aire a la víctima por vía oral.

Por tanto a partir de ahora cuando escucho esta canción me retrotraigo a esos recuerdos estivales y afirmo junto con el cantautor eso que dice:

"De vez en cuando la vida te besa en la boca".

 Conmigo lo hizo de forma literal, aunque después volviese de nuevo a mi rutina, agarrada a la calabaza de mi querido Mariano. 



Derechos de autor: Francisco Moroz

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